jueves, 21 de mayo de 2015

Manuela

Lamentablemente, y esto es complicado de reconocer en un espacio fundamentalmente político, por mucho que estemos ante el momento electoralmente más ilusionante desde que recuerde y ante un horizonte como mínimo interesante, lo cierto es que mi mayor aliciente de la campaña electoral es que acabará pronto. Las campañas electorales me parece que son a la política lo que el porno al romanticismo: no carecen de interés pero son mayormente obscenas. Sin embargo veo el interés que ha despertado la figura de Manuela Carmena entre un colectivo de artistas e ilustradores y recupero parte de esa ilusión perdida. No por el programa, las listas o las posibilidades de cambio, que también, sino porque si ha habido antes una candidatura con esa capacidad de convocar al talento y la creatividad yo, sinceramente, no la recuerdo. Y oigan, uno puede decidirse a votar por abstrusas divagaciones sobre la prima de riesgo, sobre números que se dicen buenos pero que puestos sobre la mesa son peores que los de hace cuatro años, sobre la extensión de la zona verde o el semáforo que le van a poner en su calle, pero estoy razonablemente convencido de que de todos los argumentos que se escuhan estos días el de la capacidad de movilizar el talento, el compromiso con la cultura, no es desde luego el más peregrino para decidir el sentido del voto. Yo, como todos, quisiera una ciudad más limpia, más segura, más justa, más igualitaria, más habitable, más amable, más libre, más verde y todo eso que se dice pero como soy un descreído y tiendo a esperar poco más de lo que veo, me conformaría con un Madrid menos cateto y diría que en ese sentido algo ha logrado remover la candidata de Ahora Madrid.



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