jueves, 21 de julio de 2011

Las loas hipçocritas

Entre la avalancha de loas a la honorabilidad del dimitido presidente Camps, hipócritas valoraciones sobre quien en realidad no tenia otra opción ya que el monumento al cinismo promovido por Rajoy, la aceptación del delito y el pago de la multa, era  inaceptable para cualquiera que hubiese tropezado en alguna ocasión, bien que accidentalmente, con la definición de dignidad del diccionario de la RAE y una burla hacia la sociedad en general y la Justicia en particular, era absolutamente inaceptable, aunque haya quien, ellos sabrán porqué, la haya aceptado, destaca esa supuesta prueba del nueve que dice que sale del cargo con menos patrimonio que cuando entró. A mi, personalmente, no me parece digno de especial alabanza que alguien que gana cerca de 70.000€ al año se empobrezca viviendo, además, en una situación en la que pocos gastos corren por su cuenta. Si acaso hay que alabar algo, que sea su coherencia, ya que la gestión de su patrimonio personal parece haber sido tan negligente, inapropiada y nefasta como la del patrimonio común de todos los valencianos, siendo esto último lo que verdaderamente debe perdurar como recuerdo de su gestión, el haber convertido a la Comunidad Valenciana en la autonomía con más déficit de España, con más desigualdad y con una gestión más nefasta, enladrillada, partidista y suicida de los recursos públicos. Eso y la infinita pobreza intelectual del cursi, plano, mediocre y desquiciado discurso que, a falta de bestiario oficial, ha legado a las hemerotecas y los diarios de sesiones.

martes, 19 de julio de 2011

La puerta de la luna

Antes de comenzar, ya sabía que era una temeridad, no hace falta ser muy listo para adivinar que empezar un libro de Ana María Matute, y de cuentos además, cuando no se está en plenitud de condiciones, agotado o bajo de ánimo, es peligroso y entraña un grave riesgo para la salud. Demasiado dolor. Demasiado placer. No importa, uno ya es mayorcito y sabe que nunca se sale indemne de un buen libro, lo que no esperaba es que el breve texto introductorio me dejara tocado y el primer y breve cuento, si no hundido si gravemente escorado y con numerosas vías de agua. Y es que si Ana María Matute de natural parece escribir directamente en las entrañas, lo cual, depende de la intensidad, provoca toda clase de sensaciones entre las cosquillas y el desgarro, cuando escribe cuentos lo hace hasta tal punto así, consigue una hermosura tan intensa que llega a ser dolorosa casi en cada frase, que uno correría el riesgo de morir en el intento si no fuera porque causa, si cabe, aun más disfrute que dolor. Y no es masoquismo, es la vida, aunque sólo sea, o precisamente porque lo es, su reflejo en un espejo de papel.
Y llevo leídas apenas 10 páginas de las más de 800 que componen esta deslumbrante Puerta de la Luna, no es necesario leer más para saber que va a ser una experiencia inolvidable.

lunes, 18 de julio de 2011

En el círculo de Stankevich

Una cita sobre Stankevich en los diarios de Tolstoi me llevó a interesarme por un personaje que me era desconicido pero al que el gran León Nicolaievich describió como el mejor de los humanos al que amaba sin conocerle. Compré hace unos meses un libro de Edwad G. Brown llamado Stankevich and his Moscow Circle 1830-1840 (Stranford University Press, 1966) y, aunque el objetivo confeso del autor es desmontar el mito en favor de la persona (ya de por sí interesante), he descubierto a un personaje francamente apasionante, alguien capaz de que personas tan absolutamente diferentes a él y entre sí como Bakunin o Belinski se consideraran sus discípulos, y admirado por gente tan diferente como Herzen, Tolstoi, Annenkov, Dobrolybov o Chernichevsky, quienes, quizás un tanto exageramente, le reservan un papel central en el nacimiento y desarrollo de la intelligentsia rusa del XIX. 
No pretendo extenderme sobre un tema como este, tendría que ser algo más que el voluntarioso aficionado a la cultura rusa que soy para poder hacerlo airosamente, pero como observador de la realidad no puedo dejar de comentar un argumento que utilizó en una polémica con Belinsky que me parece que no sólo es de actualidad, sino que es perfectamente trasladable a un país como el nuestro en el que nacionalismos de todo signo amenazan por sumir el debate publico en la más absoluta mediocridad apartándolo de los problemas reales cuando no creando otros de su exclusiva paternidad y que no existirían por tanto sin su concurso. Empieza diciendo N.V. Stankevich: ¿porqué la gente está tan preocupada del caracter nacional?, algo notablemente valiente en una época en la que la vida intelectual de su país comenzaba a convertirse en campo de batalla entre eslavófilos y, por así decirlo, europeístas. Sostiene Stankevich, y esta es la frase que realmente ma ha encantado, que inventar o fabricar el carácter de una nación sobre la base de la historia antigua y sus costumbres significaría simplemente la prolongación de su infancia. Y finaliza diciendo que el tipo de carácter nacional a desarrollar debe basarse en porporcionar a la nación la educación que necesita (en principios humanos, creo que dice, algo que hay que entender desde la realidad social de una Rusia del XIX en la que pervivía un sistema feudal prácticamente de la edad media) que ésta ya absorberá lo que necesite y no tiene, pero que tratar de fundamentar la implantación de ese espíritu en las costumbres antiguas ni es bueno para el espíritu nacional ni es una buena manera de preservar esas costumbres. Amén.
Stánkevich no era un gran literato, él mismo destruyó su obra por no considerarla digna, era, sencillamente, una persona culta y elegante, una persona buena y brillante que sólo por serlo gozó de gran ascendiente entre sus contemporáneos y cuya leyenda, gracias en parte a su trágica y temprana muerte, le sobrevivió. Creo que, independientemente del grado su influencia real en su círculo y fuera de él, la viva prueba de ello, de su trascendencia, es que en pleno 2011 haya quien lea y escriba sobre él. Me parece un ejemplo interesante y digno de estudio más allá de su trascendencia histórica o de lo que deberíamos aprender de las palabras citadas (apenas una excusa para invitar al personaje al blog), sino sobre todo de su ejemplo, de la demostración de que es posible lograr una cierta trascendencia social e intelectual elegantemente, sin estridencias y sin más herramientas que la argumentación serena y el estudio.

Aniversarios, efemérides.

Desconzco cual es ese país en el que vive ese sinfín de opinadores que a raíz de la efeméride del golpe de estado que llevó a este país a una guerra civil se lamentan de vivir en un constante enfrentamiento ideológico, en un mar de heridas abiertas y en una imposible reconciliación y que aparentemente se llama igual que aquel en el que vivo yo que por el contrario es una democracia consolidada con numerosísimos déficits y fallos pero en el que la guerra civil, sin ser un tema de debate sereno, que no lo es, sí que es un tema socialmente cerrado excepto por la lucha inconclusa de aquellos que quieren localizar y enterrar a sus muertos, muchos de ellos sin más afán ideológico que el de honrarles. En mi país la gente habla libremente y discute sobre la guerra y el franquismo, es cierto, y lo hace con pasión, pero es que desgraciadamente en mi país se habla y se opina con de todo con mucha más pasión que conocimiento de causa, y lo cierto es que esas dos Españas que tan tenebrosamente tratan de pintarnos hoy algunas voces del periodismo apocalíptico comparten trabajo, se casan, tienen hijos, son amigos, y discuten, afortunadamente discuten, pero después siguen manteniendo su relación normal, tan buena o mala como lo sería si el tema de discusión fuera en lugar del franquismo el fútbol o la realidad Hegeliana. Cierto que hay revisionistas de toda condición que reinventan la historia para hacerse un hueco en el presente (y los hay independientemente de su signo ideológico, cambiante en algunos casos) o tal vez sólo como excusa para vender libros o para revolver el río para ver si como pescador oportunista obtienen más réditos de los que obtendrían como periodista/escritor/intelectual/político/etc honestos y coherentes, que los obtienen, pero no es eso lo preponderante en una sociedad que tal vez no olvide, ni falta que hace, pero si que ha superado plenamente sus traumas del pasado y que bastante tiene con batirse el cobre con los del presente, que son muchos y muy difíciles de afrontar. No sé qué país es ese en el que viven hoy esos oscuros columnistas, ni tan siquiera sé cual es el tiempo que habitan, lo que tengo claro es que, afortunadamente, la sociedad civil española vive en otro tiempo diferente del que ellos desgranan tan vívida y profusamente y desde luego de que vive en un lugar mucho más luminoso, tolerante y democrático que el inhóspito y encerrado en sí mismo de esas columnas que, a modo de barrotes, más parecen delimitar una celda que describir un mundo real.

lunes, 11 de julio de 2011

La era Rubalcaba, día dos.

El presidente Rodríguez Zapatero anunció con fanfarrías, clarines y una cierta grandilocuencia que habría un antes y un después del discurso de este sábado del candidato del PSOE a la presidencia, y tras dos días del advenimiento de Rubalcaba, créanme que si a modo de pasatiempo dominical tuviera que encontrar las siete diferencias entre ese antes y ese después, esas dos gotas de agua, no sería capaz de hacerlo. Ahora bien, el discurso fue correcto y el candidato, si hubiese surgido de la nada envuelto en una sugerente nube de vapor de agua modulada por luces de colores cual truco de prestidigitador, sería más que correcto, pero como su aparición la ha hecho desde esa surte de nube de azufre que es el gobierno Zapatero, tanto el discurso como el propio candidato resultan bastante irrelevantes. Porque no parece probable que el castigo que obtuvo el PSOE en las autonómicas y que en puridad hubiese debido llevarse en las generales haya saciado al electorado. Y no es irrelevante por la distancia de la sociedad con los políticos y todo eso que tan recurrentemente decimos como escuchamos, sino que fue el propio presidente quien le lanzó al candidato la carga de profundidad que debía dejar tocado, si no hundido, el discurso de éste, fuese cual fuere, cuando dijo aquello de que no había discrepancia en las propuestas sino que había dos planos diferentes, el del gobierno y el del partido, esto es, que se debe aprovechar para decir en nombre del partido lo que se quiere, que llegado el caso de gobernar ya se hará lo que se debe, o lo que le dejen, que viene a ser lo mismo en este esquema neoliberal en que nos movemos.
Es bueno que se proponga una reforma de la Ley electoral (que este mismo gobierno ha deshechado tras un largo periodo de estudio y reflexión, conviene no olvidarlo), es bueno que se restablezca el impuesto de patrimonio (que este mismo gobierno eliminó) y es bueno, en fin, que se proponga un giro a la izquierda (que anule o compense el giro a la derecha que dio este mismo gobierno: las bases del PSOE van a tener que comprar biodramina para saber a qué atenerse con tanto giro), pero si Rubalcaba es un buen gestor porque ha estado presente en todo lo bueno que haya hecho el PSOE desde Felipe González, también es cierto que ha estado presente en todo lo malo, y no precisamente en un segundo plano, de modo que diga lo que diga, por bueno que sea y por bien que lo diga, adolecerá de ese déficit de credibilidad que comporta encomendar la renovación al anciano de la tribu. Esto de la renovación en la politica es como la virtud en la mujer del César, no sólo hay que serlo, sino hay que parecerlo, y no hay maquillaje en el mundo capaz de presentar a Rubalcaba como algo nuevo.
Pues en este orden de cosas es obligado recalcar que no es esto todo lo que hay, que no es inevitable tener que elegir entre el partido que merece perder y el que no merece ganar, no es cosa del destino que el presidente deba ser de PSOE o PP, hay muchas otras opciones y ahora más que nunca es cuando hay que reforzar la democracia votando no aquello que nos parezca más conveniente como una cuestión táctica, sino aquello con lo que realmente nos identificamos para que el parlamento sea una muestra realmente representativa de la sociedad, y lo sea no sólo desde un punto de vista formal, sino desde uno estadístico. Es más difícil, hay que leer muchos programas, esuchar a muchas personas, y, sobre todo, pensar, responsabilizarse, y no limitarse a la cara y cruz del bipartidismo cuya única ventaja, eso sí, es que es más cómodo. Ya que ni uno ni otro son capaces de dejar que entre el aire fresco, seamos nosotros quienes abramos las ventanas.

miércoles, 6 de julio de 2011

La dimisión surrealista

Parece ser que el Consejo de Administración de RTVE ha forzado la dimisión de su presidente por haber adjudicado a una empresa dirigida por su hijo. Hasta ahí todo parece correcto. Luego está la incómoda manía de leerse el resto de la noticia, y no sólo los titulares. He aquí lo llamativo: contactaron con seis empresas para que concurrieran al concurso, de las cuales dos declinaron hacer una oferta por exceder el servicio a prestar su capacidad operativa, dos se fusionaron para presentar una oferta competitiva pero al final desistieron y otras dos siguieron adelante. Una era la que prestaba el servicio hasta ahora por el módico precio de 14 millones de euros al año (de dinero público, por supuesto), lo que parece ser que el presidente ha utilizado sibilinamente como excusa para favorecer a su hijo, cuya empresa, la muy mezquina, ofertó hacerse cargo de ese mismo servicio por 1,2 millones el periodo de seis meses. 2,4 millones de euros al año. Y es que estos políticos corruptos no tienen remedio, con tal de favorecer a un familiar son capaces de ahorrarle al Estado 11,6 millones de euros. Hace bien en dimitir el presidente Oliart y haría mejor aun en despedirse, para apartarse de la mediocridad, citando a algún clásico, como por ejemplo usar la frase que utilizó el célebre cínico Diógenes de Sínope cuando le expulsaron de esa polis porque encontraron a su padre culpable de malversar dinero público: Ellos me condenaron a irme, pero yo les condené a quedarse. Dicho queda. En este país de mediocres en el que nadie dimite, para una vez que lo hace alguien es por haber hecho algo bien. No tenemos remedio.

La credibilidad de las víctimas

Los usos y costumbres de la justicia en Estados Unidos no dejan de ser sorprendentes para nuestra mentalidad europea. Resulta que el caso del asalto sexual a una camarera por parte del exgerente del Fondo Monetario Internacional amenaza con quedarse en agua de borrajas no porque se dude que en mayor o menor grado existió el incidente, sino porque como el marido de la víctima es narcotraficante convicto, ella parece tener ingresos por esa vía en su cuenta y, además, y esto ya es imperdonable, mintió en su petición de asilo, ésta ya no es creíble y por tanto el caso no se sostiene. Obviamente no tengo la menor idea sobre si existió o no el tal intento de violación, pero tengo para mi que si lo hizo fue independientemente de si la víctima fuera creíble o no, de si fuera célibe o casquivana, de si fuera inmigrante o nativa, blanca o negra, rica o pobre, sana o drogadicta, etc, y para comprobarlo deben existir pruebas forenses que así lo atestiguen. Lo contrario supondría una bula para violar a prostitutas, drogadictas o inmigrantes ilegales, y no creo que sea ese el mensaje que la justicia estadounidense quiere transmitir.
Pero hay también sobre este caso una reflexión que tiene que ver con nuestra política nacional. Se oyen voces en Francia que defienden, no sin motivo, que en el caso de resultar el hoy acusado exonerado de los cargos que le han costado el puesto que ocupaba, debe ser el candidato de su partido en las próximas elecciones de su país ya que antes del suceso era (incomprensiblemente a mi juicio) el candidato indiscutible, es decir, se asume que la acción de la justicia pueda causar perjuicios, a veces incluso muy notables, a las personas cuando existen indicios de delito, pero cuando éstos no se confirman en un juicio, el acusado recupera por entero su honor y su dignidad. Deberían recordarle esto a nuestros políticos patrios la próxima vez que pongan el grito en el cielo porque aparezca en un medio de comunicación la foto de un correligionario suyo imputado en un caso de corrupción cuando es detenido por el supuestamente irreparable daño que su honor y su dignoidad sufren. Deberían reflexionar sobre esa exigencia de intimidad que hacen a los cuerpos y fuerzas de seguridad del estado, sobre esa pretensión de detener a los imputados prácticamente de incógnito no sea que luego el caso no llegue a nada. Somos o deberíamos ser una sociedad lo suficientemente madura como para considerar perfectamente inocentes a aquellos cuya culpabilidad no es dictaminada por un juzgado de la misma forma que deberíamos asumir sin mayor problema que se puede imputar a alquien en base a indicios y que el hecho de que ese alguien no sea culpable a la postre no es una señal de disfunción en la justicia, sino de buen funcionamiento de la misma.

martes, 5 de julio de 2011

Auge y caída de Teddy Bautista

Como el acceso de soberbia bipartidista del Presidente del Congreso, que es un tema recurrente y que me gusta comentar, ya ha quedado suficientemente contestado, quisiera centrar mi comentario de hoy en un asunto bien distinto, lo que se ha dado en llamar crisis de la SGAE (supongo que esto de llamar crisis a un robo es cuestión de precaución y de respeto a la presunción de inocencia, algo que siempre he acatado escrupulosamente, así que dejémoslo en crisis, aceptamos pulpo. Y es una lástima porque hay palabras en castellano bien bonitas para describir la situación con precisión, como latrocinio, por ejemplo, pero dejémoslo estar). Entiendo las muestras de alegría ante la previsible caída del denostado personaje que dirige la agencia de gestión de derechos de autor, pero no obstante no creo que sea en absoluto una buena noticia, como nunca lo es la evidencia de la corrupción. Corríjanme si me equivoco, pero esto no era un tema personal. La oposición al ansia recaudatoria de la SGAE y a la política que le daba soporte ni era una cuestión de animadversión a Teddy Bautista ni mucho menos a los artistas, cuya remuneración justa siempre se ha defendido (siempre que fuera eso, justa, no a costa de un canon indiscriminado) y la salida a la luz de este escándalo, mucho me temo que sea manifiestamente perjudicial para esa batalla ya que previsiblemente se convertira en una tan conveniente como tupida cortina de humo que nos hurtara una vez más el debate serio y constructivo que es necesario para encontrar un sistema justo de remuneración de la actividad creadora. Porque si una cosa pone de manifiesto este escándalo en relación con el sistema, y no con sus gestores, es precisamente su injusticia, porque si se recauda de tal forma que es posible dejar de pagar a los legítimos beneficiarios una cantidad tan significativa como parece ser que es la que se ha desviado sin que éstos se den cuenta, es decir, estando los perceptores de remuneración aparentemente satisfechos con lo que perciben, es que algo falla y lo hace clamorosamente.
Lo peor de la gestión del señor Bautista, además de sus supuestos delitos, claro está, es la confrontación irreal y estéril que se ha creado entre parte de la sociedad y sus creadores, cuando en una sociedad civilizada la existencia de estos y su justa remuneración por su trabajo, del que todos disfrutamos porque revierte claramente en la sociedad, no sólo no es motivo de polémica sino que lo es de orgullo. Si este proceso sirve de catársis para recuperar no ya la imagen sino el prestigio de la creación y de los creadores en la sociedad, si sirve para avanzar en la implantación de un sistema justo y no indiscriminado de financiación de su trabajo que no perjudique a terceros, si en definitiva sirve para que triunfen la lógica y la razón, bienvenido sea entonces, pero que la corrupción invada también este mundo no es buena noticia ni debe ser motivo más de brindis que el de comprobar que mal que bien, la justicia tarde o temprano funciona las más de las veces.