martes, 30 de noviembre de 2010

Wikileaks

Ante la perspectiva de que muchos ciudadanos caigan en la tentación de creer que wikileaks es una suerte de evolución del periodismo, los próceres del periodismo de nuestro país han decidido defender su terreno y proclamar a los cuatro vientos que wikileaks no hace periodismo. Perfecto. Yo añadiría que tampoco lo pretende. Lo que hace wikileaks, y lo hace muy bien, es hacer pública información sin mutilarla, interpretarla ni explicarla, y pone con ello a disposición de los periodistas de verdad la materia prima que ellos debieran haber obtenido por su cuenta, a ver si así se deciden a hacer su trabajo. Es tan cierto que las informaciones reveladas no son en su mayor parte, por así decirlo, escandalosas, como también lo es que el mayor daño que causa esta revelación a la diplomacia estadounidense no es por su contenido sino por el hecho de que sus sistemas de seguridad sean tales que permitan semejantes filtraciones. Porque nadie puede sorprenderse de que la diplomacia estadounidense presione con todos los medios a su alcance para luchar por sus intereses, supongo que con mayor o menor fuerza y con mayor o menor elegancia todos tratan de hacerlo. ¡Faltaría más! Se diría incluso que les pagan para eso. Lo que debería hacernos reflexionar no es que el embajador de Estados Unidos llame a empresarios, políticos, fiscales o incluso al Rey para tratar de influir en ellos, lo verdaderamente escandaloso es que éstos se dejen influenciar. Wikileaks hace bien en obtener secretos (o cotilleos, o simple información) y ponerla a disposición de la ciudadanía, nada que objetar, pero discrepo acerca de que esta filtración haya desnudado a la diplomacia estadounidense, las verguenzas que vemos hoy en portada son las nuestras, y de lo que nos hablan no es del talante colonialista de Estados Unidos, sino de la falta de dignidad y sentido de estado de determinadas personas que ocupan cargos institucionales sensibles en nuestro país. No culpo a quien se considera amo sin serlo, sino a quien, tan impropia como voluntariamente, se considera súbdito.

lunes, 29 de noviembre de 2010

Elecciones catalanas

Más allá de la holgada victoria de CiU en Cataluña o de los sonoros descalabros del PSC y ERC (por no hablar de los. digamos, discretos resultados de UPyD), lo que verdaderamente me llama la atención es la entrada en el parlamento de un partido tan vacuo de ideas, propuestas y argumentos como el personalista invento ad hominen de Laporta, cuya única aportación pasa por ser la de trabajar por la independencia desde el primer día y lograrla en esta legislatura. La primera ley que presentarán en el parlamento, han dicho, será la de independencia. No parece que tengan pues la intención de trabajar mucho, porque si sólo prometen una cosa y esta ni está en su mano ni parece probable que sea respaldada por un porcentaje significativo ni de la cámara ni de la sociedad, diríase que van al Parlament única y exclusivamente a vender humo.
La buena noticia es la consolidación de C´s. Aunque a nivel estatal el proyecto no arraigara y se cayera en notorios errores que no viene al caso recordar que provocaron la salida de una gran parte de la militancia, algo especialmente notorio en Madrid, que es lo que conozco, hay que reconocer que, de los partidos con representación parlamentaria en Cataluña, siguen siendo ejemplo de coherencia y sensatez.

viernes, 26 de noviembre de 2010

Gallardón, el funambulista

No hace mucho, paradójicamente antes de la pomposa "refundación del capitalismo", la ingeniería financiera era algo que se diseñaba en la intimidad de los sanedrines donde se manejan los secretos de las cosas del dinero, mientras que a los ciudadanos nos llegaba únicamente un runrun que nos hacía apenas vislumbrar la idea de que en el siglo XXI la contabilidad se había convertido en una más de las ciencias oscuras sólo accesibles a iniciados que tan exhaustivamente se glosaban el el Péndulo de Foucault. Sin embargo, llegada la crisis y el 2010, a las piruetas contables se les ha caísdo la misteriosa máscara que las cubría y se hacen ya no en secreto, sino a plena luz del día y no las llevan a cabo comités de cincuentones con tirantes que fuman puros con los pies sobre las mesas de sus despachos de wall street, sino que son los gestores de lo público quienes se atreven con los malabarismos. Con dinero público, eso sí. Y sin rubor. Es esta una aportación más de Gallardón a los usos y costumbres de la democracia moderna, tras gastar mucho más de lo que tenía y culpar de ello al Gobierno, y no a sí mismo, ahora decide, para ir tirando, vender Mercamadrid a una sociedad municipal, lo que en titulares ha venido en describirse como que se la ha vendido a sí mismo, para así conseguir liquidez en las cuentas municipales con la que poder hacer frente a sus compromisos con los acreedores. En fin, no digo yo que no sea legal, que probablemente lo sea, pero hay que reconocer que no se puede decir que sea muy elegante, además de que es triste que un alcalde democrático deba recurrir a semejantes artificios para cumplir con sus compromisos.

jueves, 25 de noviembre de 2010

Ana María Matute

Quiero creer, como dice ella, que  tal vez la infancia sea más larga que la vida, al menos me atrevo a asegurar que sería desebale en muchos casos y como mínimo que es de alegrarse que ella haya conseguido que la suya, su infancia, sea de momento al menos igual de larga que su vida. Porque siempre es un placer hacerle un regalo a un niño, aunque sea grande, aunque cuente bastantes más años que uno mismo, y porque sólo de su desbordante imaginación de niña junto con su deslumbrante talento de escritora podían nacer obras tan inolvidables como Paraíso inhabitado u Olvidado rey Gudú, solo de la inocente crueldad de los niños puede nacer una muerte tan desgarradora y a la vez tan hermosa como la del trasgo del sur en ese último libro, su preferido y el de tantos. La concesión del premio Cervantes a Ana María Matute ha sido una de las noticias de estos tiempos revueltos que más me han alegrado y quisiera desde aquí felicitarla por haberlo conseguido, pero sobre todo agradecerle sus obras y esa extraña sensación de satisfacción un tanto íntima que, como lector suyo, tuve al saber de este reconocimiento que se me antojó concedido a mi propia abuela o, vaya usted a saber, a mi propia hija pequeña.

viernes, 19 de noviembre de 2010

Centenario de la muerte de Tolstoi

Mañana se celebra el centenario del fallecimiento de Tolstoi en la estación de tren de Astápovo, probablemente el suceso más comentado y por tanto tergiversado de la vida de un gran hombre de cuantos hayan llegado a nuestros días. Tenía la intención de rendirle un pequeño homenaje íntimo, que era leer el que probablemente fuese su libro más querido y el que consideraba más trascendente (no desde luego por cuestiones literarias), El evangelio abreviado, pero no pude esperar y ayer comencé con su lectura y desde entonces he caído en un bucle tipo día de la marmota y según acabo el prólogo comienzo a leerlo de nuevo. Y no porque no se entienda lo que quiere decir, que lo dice muy clarito como corresponde a su cualidad de gran hombre, algo sobre lo que reflexiona con acierto aunque no refiriendose a su persona (sostiene Tolstoi que la enseñanza de un gran hombre es grande sólo porque expresa de forma comprensible y clara lo que otros expresaron confusa e incomprensiblemente), sino por la brillantez expositiva y la originalidad de su planteamiento. Pensé también transcribir algunos pasajes o exponer brevemente las ideas recogidas en el prólogo, pero hay cosas que no deben contarse sino que deben beberse directamente de la fuente, porque al igual que sostiene él que ocurre con los evangelios y la enseñanza de Cristo, los comentaristas no hacen sino falsear el original. De forma que me limitaré a recomendarlo fervientemente, no como lectura teológica, yo mismo no soy religioso y no es probable que a estas alturas me convierta, ni siquiera al tolstoianismo, sino porque simplemente merece la pena. Lo que cada uno obtenga de ella es asunto exclusivamente suyo.

miércoles, 17 de noviembre de 2010

Cuervo ingenuo

Doña Ángeles González Sinde, a la sazón Ministra de Derechos de Autor, antes Cultura, tuvo ayer a bien decirle a los integrantes del mundo de la Cultura que se han significado en defensa del pueblo saharaui que no debieran opinar sobre estos temas en los que no son expertos, porque lo único que consiguen es contribuir a la confusión. Siguiendo su razonamiento a ella hay que hacerle caso en esto porque es sin duda una voz autorizada: pocas personas como ella conocen los riesgos de opinar sobre temas que se desconocen, no en vano es ministra de no pocos de ellos. Me pregunto si en la próxima campaña electoral mantendrá su tan autorizada tesis o correrá a pedirle a las gentes de la cultura que le presten sus caras conocidas para tratar de arañar con ellas algún voto o preferirá que, ya que no son expertos en política, se mantengan alejados de todo acto de significación partidista.
La falta de respeto a la ciudadanía es mayúscula, si esto les dice la ministra a los artistas, me pregunto qué no dirá de la manifestación pública de la libre opinión de los ciudadanos, que ni son expertos ni tienen derechos de autor ni nada. Algunos incluso tenemos el atrevimiento de contribuir a la entropía mediante asociaciones, blogs o, en fin, instrumentos democráticos de libertad de expresión. Debemos ser sin duda responsables, confusión mediante, de la escasa calidad de nuestra democracia. 
No sé que opinará el presidente, quien como experto en  nombrar ministros mediocres tendrá sin duda el placet de la señora sinde para hablar de su propia mediocridad, de las palabras de la ministra. Tampoco importa mucho, porque como dice la canción que Javier Krahe (otro artista opinando de política, ¡si es que son incorregibles!) le dedicó al hoy nuevamente trending topic Felipe González, cuervo ingenuo: hombre blanco hablar con lengua de serpiente, hombre blanco hablar con lengua de serpiente.

martes, 16 de noviembre de 2010

Luís José Zapatero Rodríguez

Si tenemos en cuenta que cuando saltó a la luz pública la crisis de Grecia el Gobierno de España invirtió la mayor parte de sus esfuerzos de comunicación en decir "España no es Grecia", cabe suponer que ahora esos próceres de la comunicación que componen el nuevo gabinete pasen los días repitiendo allí donde haya un micrófono dos nuevos mantras: España no es Irlanda y España no es Portugal. Dada la situación económica se entiende que deseen dejar claro ese punto. Sin embargo no es probable que veamos a muchos ministros diciendo públicamente España no es el Sáhara, y eso que el Sáhara ha sido España y ahora es un país ocupado militarmente a causa principalmente de la abdicación de sus responsabilidades de la que fue su potencia colonizadora. España, se entiende. Preferirán sin duda el silencio o la hipocresía, aunque sólo sea por respeto a su tradición. No es una cuestión de retórica,  no es que la brillante oratoria de los nuevos ministros rehuya las evidencias, es que está en el ánimo de nuestro Gobierno que la ciudadanía siga sus pasos en la senda de defección por la que tan sin rubor transita y olvide y abandone al pueblo saharaui no a su suerte, sino en las totalitarias manos asesinas del tirano de Rabat. Pues no es probable que eso vaya a suceder. Puede el señor Zapatero aparcar sus ideales, su ideología y sus compromisos, como de hecho ha sucedido, hasta puede mentirnos diciendo que no lo ha hecho o que lo ha hecho por razones de Estado, puede incluso tratar de convencernos de que ese desconocido que actualmente gobierna España, imagen especular del ganador de las elecciones de 2004 al que podríamos llamar para entendernos Luís José Zapatero Rodríguez, es algo más que un clon (perdonen mi escaso dominio del inglés, ¿clon o clown?) del original que en el proceso de clonación sufrió un accidente similar al de la película "La mosca" o un pedestre Fronkonstin al que le implantaron uno de esos cerebros que los participantes de ciertas fiestas del te dejan en la entrada de la casa como otros dejan las zapatillas, para no ensuciar supongo, pero lo que no va a lograr es que los ciudadanos de repente veamos gris lo blanco y lo negro, ahora que para él parecen haber muerto los colores. Nosotros defendemos nuestras ideas, las que sean, por convicción, no por conveniencia, por eso no nos resulta tan fácil aparcarlas para defender otras contrapuestas cuando coyunturalmente nos lo exijan en nombre de sacrosantos intereses geopolíticos o socioeconómicos. 
Hay situaciones en los que la moderación y la equidistancia no le convierten a uno en estadista, sino en cómplice, y ésta, señor Presidente, es una de ellas.

miércoles, 10 de noviembre de 2010

La vergüenza, Agdaym Izik

Hay asuntos en los que la previsibilidad de los gobernantes es un valor añadido, mientras que hay otros en lo que es lamentable, descorazonadora. El gobierno de Marruecos ha actuado en el asalto al campamento de Agdaym Izik exactamente como se esperaba de él, es decir, según su tradición jingoísta, totalitaria, criminal  y contraria a los derechos humanos, mientras que el gobierno español ha hecho tres cuartos de lo mismo comportándose según su mezquina diplomacia de la equidistancia, la no asunción de sus responsabilidades históricas y la supeditación de la justicia, la legalidad internacional, las resoluciones de la ONU y la defensa de los legítimos derechos del pueblo saharaui a intereses económicos y geopolíticos.
Que una situación como esta no sorprenda a nadie, por más que indigne a muchos, dice mucho de la calificación política, pero sobre todo moral, que merecen ambos gobiernos, porque no se trata de un hecho aislado, de un error de apreciación, sino de la consecuencia lógica, previsible y prevista de una política miserable de renuncia de ambos a una visión decente no ya de la política, sino de la naturaleza humana. Ya que no cabe de ellos esperar rastro de nobleza o de justicia en sus acciones, cabría pedirles que al menos no añadan la hipocresía a su larga lista de faltas en este tema y que antes de decir algo como que la postura de nuestro gobierno consiste en esperar a que se pongan de acuerdo las partes se callen. Porque cuando una de las partes es tiránica y somete a la otra a sangre y fuego bajo su manto totalitario, el único acuerdo esperable es el que se ha obtenido, que unos decidan libremente como matan mientras los otros deciden libremente como mueren que, por cierto, los otros, los saharauis, han decidido morir con dignidad y coraje. Ya se encargará la sociedad civil de rellenar el silencio de sus gobernantes con sus demandas de justicia y su solidaridad. Hasta el silencio, imperdonable en estos asuntos, sería preferible al ignominioso oprobio actual.

lunes, 8 de noviembre de 2010

Agresivo, ¿quién?

Ni las personas más inteligentes, y el Papa es probable que forme parte de ellas, está libre de decir una sandez ocasionalmente. El error de confundir laicismo con anticlericalismo no es nuevo, pero resulta impropio de alguien del presitigio intelectual del Jefe del Estado Vaticano caer en él porque el laicismo, al menos el que me consta que se vive en España (sin que sea perfecto ni esté libre, como cualquier otro movimiento, de minorías extremistas) no sólo no está reñido con la religión sino que son perfectamente compatibles. De hecho son numerosos los laicistas que son a la vez religiosos e incluso teólogos o sacerdotes. Porque lo único que el laicismo pide, y parece razonable, es que aquello que afecte a la moral individual de los ciudadanos se quede ahí, en su esfera privada y que todos y cada uno de los ciudadanos puedan vivir sus convicciones en la mayor libertad posible. No hay agresividad en eso, al contrario, si hay algo que caracteriza claramente al laicismo en relación a la religión es el respeto. Dudo que exista un sólo ciudadano en nuestro país al que se le coarte a la hora de vivir conforme a las normas que su moral católica le dicte, sin embargo lo que ni el Papa ni nadie puede pretender es que se obligue a vivir conforme a esas mismas normas a quienes no las comparten. El marco de convivencia, el conjunto de normas exigibles a la ciudadanía que garantizan la convivencia en libertad y que, estas sí por cierto, no se pueden considerar injerencia arbitraria en su esfera privada, no cabe buscarlo en ningún libro sagrado (y digo ninguno) sino en la constitución y el conjunto de leyes  y normas que de ella emanan.
Sobre la aporética comparación con la situación actual y la de los años treinta es preferible guardar un prudente silencio para no dignificarla con un respeto intelectual que no merece.
Por otro lado es posible que la breve diatriba del Papa no se refiera a la sociedad civil tanto como al gobierno, lo cual puede resultar entretenido como ficción pero roza el absurdo si se compara con la realidad, porque este gobierno ha favorecido a la Iglesia Católica renegociando al alza todos sus acuerdos de financiación, manteniendo el democráticamente inaceptable concordato, perpetuando la anormal situación de la docencia de religión o, sin ir más lejos, gastando cantidades ingentes de dinero público en la visita de su cabeza visible cuando la situación de crisis económica es acuciante, y todo ello en un grado tal que su actuación no sólo rebate que el gobierno pueda practicar un laicismo radical, sino que queda claro que no es en absoluto laicista y que, como gobierno, no sólo no ha avanzado en el mandato constitucional de aconfesionalidad del Estado sino que ha abundado en la consagración de la discriminación positiva de la que la Iglesia Católica disfruta en este país.

viernes, 5 de noviembre de 2010

Tea Party

Lo llamativo del ascenso del Tea Party en Estados Unidos no es que un porcentaje más o menos amplio  de la población decida libremente apoyar la opción ideológica que estime oportuna sea por identificación intelectual o por cuestiones coyunturales, lo que verdaderamente me sorprende es que se pueda cimentar un movimiento politico o social sobre algunas ideas fuerza que en el mejor de los casos son mentiras escandalosas. No me refiero lógicamente a las recurrentes solicitudes de adelgazamiento del estado, eso lo pide mucha gente en muchos sítios en legítimo ejercicio de su libertad sin que por ello se configure un movimiento con ínfulas de novedoso, me refiero a la inadmisible formulación "que nos devuelvan nuestro país", que implica que en opinión de los sostenedores del tea party la mayoría votos de los ciudadanos que dieron el poder al Obama no conforman una mayoría democráticamente legítima, sino que su libre decisión es en realidad un robo, no una clara y limpia victoria electoral. Porque claro, el país no es del conjunto de los ciudadanos, sino sólo suyo y por eso se consideran legitimados para reclamar lo que les pertenece, porque vaya usted a saber esos votos que sustentaron el advenimiento de Obama de qué clase de ciudadanos de segunda son. Otro tipo de eslóganes, imagino que más publicitarios que otra cosa como que Obama no es estadounidense o que es marxista y/o leninista o musulman, no merecen comentario. Sí lo merece no obstante el disfraz de defensores de la libertad individual que tan sin decoro visten, porque no es cierto que defiendan la lebertad individual, sólo lo hacen frente al estado pero la sirven sin sonrojo en bandeja a los defensores de la moral ultracatólica (creacionismo incluido) con los que se identifican, porque en moral, igual que en política, son dueños de la verdad, que es única y absoluta, y por tanto someterse a ella obligatoriamente no es liberticida, sino decente.
Pedir menos impuestos o menos Estado es lo de menos, es una opción más y se puede defender con cierta solvencia política e intelectual como lo hacen por lo demás innumerables políticos demócratas en el mundo, pero el Tea Party no es sólo eso y por tanto harían muy bien los políticos de nuestro país que parecen querer subirse a su emergente carro en explicar muy bien a qué vagones se suben y a cuales no porque si algo nos sobra en este país son extremismos y no tenemos ninguna necesidad de importar otros nuevos por muy de moda que estén y por mucho que sólo lo sean (o especialmente si lo son) en el terreno moral.