martes, 31 de marzo de 2009

Preguntas

El problema de las frases célebres es que a menudo se asumen como dogma sin pararse realmente a pensar en sus implicaciones y al final, una vez interiorizadas, pueden llegar a ser contraproducentes porque no todo lo que resulta brillante como recurso oratorio lo es igualmente como regla de juego. Estoy pensando en el apotegma de Kennedy mediante el que instó a los ciudadanos estadounidenses a no preguntarse lo que su país podía hacer por ellos, sino qué podían hacer ellos por su país. Por efectivo que fuera hay una cierta trampa en la idea, porque si bien es cierto que los ciudadanos deben implicarse en la medida de sus posibilidades en el destino de su sociedad, esta implicación no se circunscribe necesariamente al activismo político, desde el panadero que madruga para hacer bien el pan, hasta el profesor que se implica en la formación de sus alumnos, al pequeño empresario que crea puestos de trabajo o al barrendero que se esmera en limpiar las calles, la inmensa mayoría de los ciudadanos cumplen con la parte del trato que les es exigible, las formas que tiene el ciudadano de trabajar por su país son múltiples y el trabajo bien hecho está sin duda entre las más nobles. La trampa no está ahí, sino en la primera parte de la sentencia, porque es precisamente en preguntarse lo que su país debe (y digo debe, no puede) hacer por los ciudadanos y no hace, donde se encuentra el verdadero motor de progreso de la sociedad. Exigir que el gobierno garantice determinados mínimos inexcusables como la igualdad entre los ciudadanos, la sanidad y educación públicas de excelencia, el derecho a trabajo y vivienda dignas, etc, no sólo no esconde el mínimo asomo de egoísmo por parte de los ciudadanos, sino que constituye la mejor y más efectiva garantía de progreso de una sociedad civilizada. Subyace como digo en esa primera parte de la frase una velada acusación de egoísmo a los ciudadanos por reclamar aquello que en justicia deben recibir, cuando hacerlo es exactamente lo que se pide en la segunda parte de la misma: nada puede hacer mejor un ciudadano por su país que preguntarse qué es lo que éste debe hacer por él, y exigirlo, así que por retóricamente brillante que fuera la frase, pienso que analizada seriamente entre ambas partes de la misma subyace una contradicción en términos que en cierto modo puede haber contribuido a la sensación de distancia entre gobernantes y gobernados que ningún bien hace a ninguna sociedad democrática en la que ambos deben cumplir con su tarea con iguales exigencias de implicación, efectividad y entusiasmo, de hecho, el mero hecho de plantear una división entre los dos es negativo, porque por diferentes que sean nuestros papeles, todos estamos en un mismo barco y pocas cosas garantizan más el desastre que la falta de sintonía entre unos y otros.
En este sentido, programas como el de anoche ("tengo una pregunta para usted") son una gran idea pensada para acercar a ambos y hacer desaparecer esa barrera psicológica que parece haberse instalado en una sociedad que percibe a su clase política como de otro planeta, pero al final, el resultado en la mayor parte de los casos es decepcionante porque sólo sirven para mostrar hasta qué punto no sólo muchos ciudadanos reproducen ellos mismos los comportamientos sectarios que critican, sino que unos y otros a menudo hablan idiomas diferentes. Aplaudo el esfuerzo del señor Rajoy, valoraciones políticas aparte creo que demostró que no es un selenita como por otro lado no lo es ninguno de nuestros políticos, pero no pude evitar la triste sensación de que no sirvió para nada porque muchos de los ciudadanos que asistieron al programa no fueron tanto a escuchar las respuestas como a escucharse a sí mismos preguntando, no a debatir sino a mostrar una postura, favorable o contraria, pero inamovible. Tal vez sea un problema de formato, a lo mejor es preferible seleccionar a cinco ciudadanos y que se establezca un debate efectivo, y no un interrogatorio masivo que lo único que pone a prueba es la capacidad de aguante del interrogado, no lo sé, pero reconozco que el programa me desilusiona cada vez que lo veo porque si algo demuestra es que el sectarismo partidista no es exclusivo de la clase política, sino un mal endémico de nuestro país.

viernes, 27 de marzo de 2009

Los cada vez menos transitados cauces civilizados

Trato de mantenerme alejado del tema del aborto (digo tema porque si hay algo que no es, es un debate) porque el grado de visceralidad que hay en él no lo convierte en terreno propicio para la argumentación, y es lógico porque para cada parte su postura es irrenunciable y no sujeta a negociación, cuestión de principios, cosa notable en un tema claramente extraideológico. Sin embargo surgen cuestiones en relación al tema difícilmente soslayables y que no atañen, o no deberían hacerlo, al núcleo del asunto, y que por tanto no deberían ser presa de su misma visceralidad. Me refiero por ejemplo a que por muy defensor del aborto que se sea, parece sensato oponerse a la medida que permitiría abortar a menores de edad sin consentimiento ni conocimiento de sus padres, algo que afortunadamente parece que va a ser sometido a revisión. Del mismo modo, por muy antiabortista que se sea es inexcusable condenar el burdo adoctrinamiento que se ha llevado a cabo en un colegio concertado de Logroño obligando a las alumnas a ver imágenes de fetos mutilados junto a otras de dirigentes políticos y logotipos de un partido concreto. Con todo, no es tan alarmante el hecho en sí como la proliferación de comentarios en los medios que van desde la comprensión al aplauso.
La indignación que pueda cualquier ciudadano llegar a sentir por el tema que sea no convierte en tolerable el recurso a métodos impropios no ya de un sistema democrático, sino de uno simplemente civilizado, y sería conveniente que cuando así sea llegue la condena pública de tales actitudes de la sociedad en general, pero de los partidarios de la reivindicación en particular, como así lo ha hecho hoy el diario El Mundo en el blog de su consejo editorial. Si algo define a una sociedad civilizada debe ser el destierro del todo vale, el fin no sólo no justifica los medios sino que éste puede verse desacreditado innecesariamente por éstos.
Una ley de plazos razonable parece más apropiada que la actual, no es tolerable el incumplimiento sistemático de ninguna ley y hace bien el gobierno en tratar de regularizar la situación de modo que no exista el permanente fraude de ley actual, pero eso no debe servir ni para ampliar desmedidamente los supuestos por un lado ni para suprimir lo que lleva más de dos décadas siendo un derecho aceptado por la sociedad por otro.

Autónomos

Hubo un tiempo en el que la lógica de las huelgas era presionar al empresario con el perjuicio, principalmente económico, que la falta de trabajo le produciría y obligarle así a atender las reivindicaciones de sus empleados. Ya no. Después los jueces hicieron huelga no contra sus jefes, el CGPJ, sino contra el gobierno, porque ya no se presiona tanto con el perjuicio económico sino con el que la huelga, su gestión y principalmente el malestar ciudadano pueden producir en la imagen de aquel contra quien se dirige. Pero ya tampoco. Ahora, en una nueva vuelta de tuerca al concepto, son los autónomos quienes se manifiestan y se plantean la huelga. Es una idea notable porque en principio los patronos de los autónomos son ellos mismos, así como los principales perjudicados por el paro, económicamente al menos. Claro que más de la mitad de los autónomos del país no son tales, sino mano de obra barata para empresas a las que facturan en exclusiva pero no se gastan un duro en ellos. Sin embargo no sólo les comprendo, sino que les apoyo completamente porque no sé si serán los más perjudicados por la actual situación, pero seguro que son los grandes olvidados. ¿Cuantas de las múltiples medidas puestas en marcha por el Gobierno se dirigen a ellos? En la respuesta está la razón por la que entiendo la convocatoria de una huelga conceptualmente contradictoria en sus términos, porque no les queda mucho más que intentar y no se encuentran en situación de perderse en sutilezas.

La osadía de Arcadi Espada

Admiro a Arcadi Espada cuando coincido con él, pero le admiro más cuando discrepo, porque su brillantez expositiva es admirable, sí, pero principalmente porque por profundo que pueda llegar a ser el desacuerdo me resulta ciertamente difícil hincarle el diente a su extraordinariamente sólida argumentación. Y eso, acertada o equivocadamente, no me pasa a menudo. Sospecho que eso mismo le ocurre a mucha gente, sólo que en lugar de a la admiración, la incapacidad para desmontar argumentos ajenos les mueve a la descalificación y el insulto. Es difícil justificar semejante actitud en personas civilizadas, la retahíla de insultos, amenazas y exabruptos que ha recibido el señor Espada a raíz de la publicación de una entrevista en el diario AVUI descalifica hasta tal punto a quienes las perpetran que sospecho que difícilmente pueden llegar a afectar al aludido más allá de la lógica sorpresa y el inevitable malestar, pero en cualquier caso quisiera expresarle desde aquí mi solidaridad por la inaceptable intimidación que ha sufrido simplemente por decir lo que piensa y osar (y esto sí que es imperdonable) decirlo bien.

jueves, 26 de marzo de 2009

La bicicleta de Zapatero

En cierta manera se podrían aplicar a los paises y su situación económica las palabras que Tolstoi dedicó a las familias y su felicidad para dar comienzo a "Ana Karenina": todas las familias felices se parecen, pero cada familia infeliz es desgraciada a su manera. Porque en las recientes épocas de bonanza nos vendían las bondades de un pensamiento único, del fin de la historia y de la economía globalizada neoliberal que de ser aplicada por todos con igual entusiasmo nos garantizaría un futuro de paz y prosperidad sin límites, pero ahora que la crisis económica ha tornado en desgraciados todos los felices augurios de los adalides del capitalismo salvaje y quien más quien menos se ve abocado a un futuro cercano marcado por una crisis cuanto menos grave, cada país la afronta a su manera. Hay quien nacionaliza bancos, hay quien les presta dinero, hay quien se lo da a la industria automovilística, hay quien invierte en obra pública, hay quien compra armas y hay quien no hace nada. Hay a quien se le colapsa el sistema bancario, a otros son las cajas, otros sufren subidas intolerables de precios, a otros nos aumenta alarmantemente el paro, etc. A este respecto destacaría dos ejemplos de actitudes probablemente equivocadas, la de Obama, que una vez descubierto que el sistema se sostenía sobre una burbuja que ha pinchado decide crear otra burbuja nueva para que lo sostenga aunque esta vez con fondos públicos, ¡para qué andarse con tonterías si al final pase lo que pase son los ciudadanos quienes van a terminar pagando!, y por otro lado el presidente Zapatero, quien ante el pinchazo recuerda la imagen desolada de un crío al que se la he pinchado la bicicleta y descubre que tiene muchos más pinchazos que parches e insufla aire en la válvula desconsoladamente viendo como éste se escapa mientras se pregunta cómo le ha podido pasar esto a él, el más virtuoso ciclista de la pandilla. La forma de equivocarse de Obama, tal vez por una cuestión de idiosincrasia nacional, es mucho más vistosa, más a lo grande, y por ello puede convencer a mucha gente, pero eso no significa que su error sea menor que el de nuestro presidente, aunque al menos hay que reconocerle a ambos que lo intentan. Peor parecen, en nuestro caso, las recetas del principal partido de la oposición para el cual el pinchazo en realidad se debe únicamente a la falta de pericia del niño que llevaba la bicicleta y todo se solucionará cuando sean ellos quienes la monten, cosa que harán con mucho cuidado, aunque sea sobre las llantas, y el cinturón apretado hasta que el viento cambie y puedan comprar una nueva. A crédito, eso sí, para que el sistema financiero no se resienta. Pero lo que es la bicicleta actual, tampoco parecen saber como arreglarla.
Lo curioso de esta situación es que todo el mundo parece tener claro que el origen está en que tanto las sociedades como sus instituciones y ciudadanos (quienes han podido, claro) hemos vivido muy por encima de nuestras posibilidades, y en lugar de tomar el camino lógico, que sería adaptarnos a vivir conforme a nuestras capacidades reales en economías sostenibles, nuestro dirigentes buscan afanosamente el modo se crear las condiciones que nos permitan volver a vivir artificialmente por encima de nuestras posibilidades, y para ello, pese a las divergencias, existe una coincidencia bastante generalizada en que no queda otra que la contención transitoria, cuando en realidad no se trata de apretarse el cinturón, sino de comprarnos ropa de nuestra talla.

miércoles, 25 de marzo de 2009

Los espectáculos tristes

Supongamos un responsable político que decide ordenar el derribo de un inmueble a sabiendas de que en el interior y posteriormente responsabiliza de las víctimas a los operarios de la empresa de demolición. No parece tolerable. Los antidisturbios, como su propio nombre indica, sirven para hacer frente a disturbios y en consecuencia sus protocolos de actuación son necesariamente contundentes. Hay por tanto que tener claro si su actuación era necesaria o no, porque de no serlo es evidente que la responsabilidad por las consecuencias no es de la policía sino de quien les ordenó actuar y en el caso de serlo, poco hay que decir. Lo cual no quita para que las extralimitaciones puntuales puedan y deban ser investigadas, pero independientemente de ello, pocos espectáculos hay más tristes que los de un responsable político culpando a sus subordinados por sus propios errores.
Pero haberlos haylos, sólo hace falta asomarse al periódico cada día.

Ernesto Esteban Etchenique en el Senado

Ayer, cuando el señor Presidente del Gobierno fue recriminado por Pío García Escudero por la imagen de descoordinación mostrada a raíz de la retirada del contingente de tropas españolas de Kosovo, éste contestó con una nueva alusión a la guerra de Irak. A esto cabría decir, por ejemplo:

- La mentira se ríe de la verdad. Pero su risa es falsa
.
- El necio no sabrá apreciar ni el sabor de una flor ni el olor de una fruta.
- El árbol se ríe del hacha. Así le va.
- Piensa un minuto y serás justo. Piensa una hora y se te hará tarde.

- Se puede hacer una armadura con papel. Pero no te pelees.

- Si tu mejor amigo te incrusta un puñal en la espalda... desconfía de su amistad.

Nada de todo lo cual, al igual que la respuesta del señor Zapatero, guarda la menor relación con el tema, pero al menos es divertido y no irrita por su reiteración. Son aforismos de Ernesto Esteban Etchenique, obra del genial Fontanarrosa, por cierto.

martes, 24 de marzo de 2009

¿Laicismo?

El laicismo del Estado, como la mayor parte de las cosas que no existen (en nuestro país, claro), acostumbra a resistir muy mal los embates de la actualidad cuando ésta se empeña en poner a prueba su fortaleza, y la explicación es bien sencilla, el Estado no funciona correctamente desde el punto de vista de la laicidad por la sencilla razón de que no es laico y quienes deseamos que lo fuera debemos dejar de desilusionarnos cada vez que muestra su verdadera naturaleza. Lo cual no implica que nuestro objetivo de conseguir un Estado laico no sea tan legítimo, razonable y digno de respeto como cualquier otro.
Pero habitualmente la falta de entusiasmo laicista de nuestros dirigentes se pone de manifiesto por su incapacidad para afrontar correctamente las injerencias de confesiones o grupos de opinión en lo que debiera ser la estricta neutralidad del Estado. En cuestiones religiosas es más raro, aunque igualmente condenable, que sea el Estado quien abandone su neutralidad para invadir la esfera privada de sus ciudadanos, como ha ocurrido recientemente con la ridícula pretensión (entre muchas otras) de los gobernantes baleares de tratar de imponer un determinado porcentaje del idioma de las misas.
Si el laicismo se caracteriza por algo es por su completa separación de los ámbitos público y privado y es condenable cualquier ruptura indebida de dicha separación, cualquier injerencia arbitraria. Lo mismo da que el Estado sea la víctima o el agresor, no vale criticar sólo las prebendas que el Estado graciosamente concede a determinadas confesiones religiosas, o las interferencias de éstas en la vida política, el laicismo o es completo y objetivo o no es.
Mención aparte merece la polémica por la toma de postura de determinadas cofradías respecto al tema del aborto. Nada que objetar al ejercicio de su libertad de expresión, tienen tanto derecho como cualquier otro a mostrar públicamente su conformidad o discrepancia con lo que consideren oportuno y disponen para ello de los mismos cauces que cualquier otra agrupación de ciudadanos. No se trata de mostrar mayor o menor respeto, comprensión o afinidad hacia ellos, sino de que las autoridades nada deben tener que decir sobre ese tema. Ahora bien, si la pretensión es transformar las procesiones (actividades culturales, religiosas y de interés turístico) en manifestaciones de protesta (actividades políticas, que no necesariamente ideológicas) es deber de las autoridades aplicarles los mismos baremos de permisos de ocupación de los espacios públicos que a cualquier otra manifestación de este tipo, la convoque quien la convoque. Y si desde ese punto de vista se considera que los recorridos y los tiempos son los correctos, ningún problema, pero si se considerara lo contrario, tampoco debiera haberlo. Dicho sea esto último en el bien entendido de que la protesta se organizara institucionalmente por parte de las cofradías, cada ciudadano a título individual, sea cofrade o no, naturalmente es y debe ser muy libre de mostrar cuantos lazos considere oportuno siempre que su protesta no incurra en ningún supuesto de ilegalidad.

Yo no tengo derecho

Nada dice el diccionario en contra de utilizar el término campaña para definir los actos de una única persona encaminados a lograr un fin determinado, no obstante el sentido común parece indicar que una campaña de uno sólo no es algo razonable. Y sin embargo me propongo iniciar una con esta entrada con tan pocas probablidades de prosperar que probablemente nadie siga. La campaña tiene por título "Yo no tengo derecho" y surge ante la perplejidad que me causa el hecho de que en virtud de un mal entendido derecho a la información asistamos a una exposición que me atrevería a llamar obscena de detalles sobre investigaciones en curso que sólo sirven para excitar el morbo y aumentar la confusión y por tanto el dolor de las personas directamente concernidas. Aunque esta campaña nazca a raíz de un hecho concreto y por tanto su nombre completo debiera ser "yo no tengo derecho a conocer hasta el último escabroso detalle del caso Marta del Castillo", por su propia estructura es flexible y en ella caben muchos temas, desde información sobre la vida privada a pintadas, botellones, aparcamientos indebidos, seguridad vial, etc, porque si es dañina para la sociedad la pervivencia de derechos existentes que no se pueden disfrutar por una u otra razón, no lo es menos la de otros inexistentes que se ejercitan efectivamente y que se perciben como tales aunque carezcan de soporte legal, por no decir ético.
En el caso concreto del acceso a información, aun cuando mucha gente percibe como censurable la publicación de determinados hechos, circunscribe su crítica al medio que los publica, pero no debemos quedarnos ahí: si criticable es quien vende no lo es menos en este caso quien compra y hasta que no desarrollemos una conciencia cívica colectiva en el sentido de ser conscientes de los límites de nuestro derecho a la información, de que no es la curiosidad lo que define dicho derecho de acceso, no tendremos una sociedad digna de considerarse respetuosa con la intimidad de sus ciudadanos. No todo se puede conseguir por las vías legislativa o judicial, los ciudadanos tenemos gran parte de responsabilidad en el diseño de la sociedad en la que queremos vivir y a nosotros nos corresponde dar los pasos necesarios al menos para señalar el camino.

lunes, 23 de marzo de 2009

Zapatero y el síndrome de Saturno

Ante el sorprendente espectáculo de descoordinación que a cuenta de la retirada de las tropas de Kosovo nos ha regalado el gobierno este fin de semana, caben dos tipos de razonamientos para tratar de comprender semejante despropósito. El primero es sencillo, cuando uno hace las cosas tan mal que hasta tomando decisiones que pueden ser correctas se consigue enfadar a todo el mundo, hay que buscar la razón en una cierta ineptitud. El segundo, de colmillo retorcido tal vez, sería la continuación de la explicación a la misteriosa renovación del equipo de Gobierno en la segunda legislatura en la que el Presidente aparentemente se deshizo de quienes más habían destacado, quienes más sombra le hacían por tanto, y eso que no le hacían mucha. La ministra de defensa había logrado un cierto protagonismo en los últimos tiempos, sólo ella junto con las de fomento e igualdad, aunque por motivos diferentes, han logrado en esta legislatura un impacto en los medios equiparable a lo que se debe esperar de un ministro del Estado. Así pues, desde este punto de vista, esta descoordinación podría haber sido una trampa tendida a la ministra que es quien ha aparecido rápidamente como culpable de un entuerto deshecho rápidamente por alguien del entorno del Moncloa, una evidencia más del síndrome de Saturno del Presidente. Seguramente haya más explicaciones, no lo dudo, puede incluso que la realidad no tenga nada que ver con lo dicho, pero estas dos opciones expuestas plantean un interesante dilema, cual de las dos opciones, claramente defectos ambas, es más propensa a tolerar la ciudadanía, la ineptitud o la instrumentalización de la política al servicio de los intereses particulares. Sospecho que elegimos, y elegimos aceptar la segunda como un mal menor, un daño colateral inherente al sistema, y así nos luce el pelo porque nuestra conciencia cívica debería obligarnos a rechazar todo lo rechazable, independientemente de que pueda resultar conveniente en ocasiones. No es en ideología en lo que suspenden nuestros políticos, es una cuestión de principios, principios que por lo que se pudo ver en una entrevista del diario el Pais de ayer, tiene muy claros Eduardo Madina. Me pregunto hasta qué punto le impedirán convertirse en líder de su partido en un futuro.

miércoles, 18 de marzo de 2009

La alternativa rusa

Parece haber un cierto consenso entre los paises occidentales en que es necesario aumentar el gasto público para afrontar la crisis, si bien cada uno administra su esfuerzo presupuestario de formas bien distintas, sea nacionalizando bancos, comprando activos de calidad, otros activos basura, dando préstamos a las empresas automovilisticas, avalando las operaciones de los bancos, etc. En este panorama tan diverso, ha venido Rusia a aportar una nueva forma de gastar el dinero público, comenzar una operación de rearme a gran escala. Parece incomprensible, a no ser que el binomio Putin-Medvedev considere que sea positivo iniciar un viaje a un pasado en el que esta crisis no había aparecido, como si la situación económica fuera tan volátil como su serenidad y su sentido común. De todos modos no parece que su viaje en el tiempo vaya a ser muy largo porque a Rusia el siglo XXI sólo ha llegado en los aspectos que los demás rechazamos de él. Sería risible por lo patético si no fuera porque las armas, además de para crear cortinas de humo, se compran probablemente para usarlas.

martes, 17 de marzo de 2009

La política de las pequeñas cosas

En tiempos de discursos tan grandilocuentes como vacíos, es de agradecer que se empiece a hacer visible una cierta preocupación por la política de las pequeñas cosas, porque debería ser parte fundamental del trabajo de los políticos, sí, pero sobre todo porque en la actual coyuntura de crisis es más necesario que nunca mostrar a los ciudadanos la convicción de que son tales y no simples números, rojos para más señas, en un maremágnum de estadísticas a cual más desilusionante. Por eso quiero felicitar a la Agrupación de Ciudadanos de Madrid por las últimas iniciativas publicadas en su blog, referentes no a ayudas a bancos ni al discurso de Krugman, sino a cosas como la petición de apertura de bibliotecas y piscinas cubiertas públicas en fin de semana, la crítica a la reforma de la Plaza de Callao o el incremento del absentismo escolar en la Comunidad. Sin olvidar, naturalmente, los grandes problemas, mostrar esa cercanía a la ciudadanía debe ser la principal seña de identidad de un partido que se presenta como ciudadano, en realidad debería serlo de todos, porque si bien es cierto que se pueden cambiar las cosas desde arriba, diseñar una gran política que acabe reflejándose en el día a día de los ciudadanos, tambien es posible ocuparse de los problemas reales de las personas y que de ello emanen las posibles grandes medidas que se muestren necesarias. Aunque los avances tecnológicos puedan llegar a permitir comenzar a construir por el tejado, siempre seguirá siendo más lógico comenzar por los cimientos. En cualquier caso reitero mi felicitación por estas iniciativas, que no deben ser el único campo de acción de ningún partido: descuidar las políticas, por así llamarlas, estructurales, puede acercar el riesgo de caer en el populismo, pero tampoco se deben ignorar como en ocasiones puede haber parecido que ha ocurrido.
Finalmente, ya que hablamos de cosas pequeñas, quisiera agradecer a todos los que os asomáis a este blog por haber logrado algo que hace tiempo me planteé como un hito, no por pequeño (un pequeñ-hito, por así decirlo) menos ilusionante, que era llegar a las 10.000 visitas, cosa que ocurrió hace unos días. Gracias a todos.

lunes, 16 de marzo de 2009

Aforismo: La libertad de expresión acaba donde empieza... a creerlo oportuno la empresa Promedios

Que una empresa pueda censurar, porque ese y no otro parece el término apropiado, una campaña publicitaria cuyo objeto es difundir una sentencia del Tribunal Supremo roza el esperpento, y sea dicho esto con absoluta independencia de que el caso concreto se refiera a una campaña en favor del bilingüismo u otro tema. No termino de comprender que el bilingüismo pueda ser percibido como una discriminación, debería ser asumido como natural siempre que lo que se defienda sea eso, el bilingüismo, sin exclusiones ni imposiciones. Es este uno de los debates públicos más confusos de cuantos me aturden, ya que tengo la sensación de que ambas partes, si se puede hablar de partes, no contestan a los argumentos de los otros, sino a los que ellos mismos consideran contrarios a los suyos, cuando el bilingüismo, si algo tiene, es que no se puede ejercitar contra nadie y debe ser inclusivo y tolerante o no ser. Por eso creo que no se plantea bien, porque yo defiendo al ultranza tanto el bilingüismo institucional como la libertad de elección individual, y desde esa postura entiendo que a la pregunta de si tiene el derecho un padre a elegir la lengua vehicular de enseñanza de su hijo en un sistema público la respuesta es rotundamente no, como tampoco puede exigir nada en lo referente a cualquier otro aspecto del plan de estudios, lo cual no implica que no sea inmoral que el sistema de enseñanza público sea impositivamente monolingüe, que claramente lo es. Las mismas razones por las que a un padre le molesta que a su hijo se le imponga una inmersión no deseada en una lengua, podría argumentar otro para que se imponga en la otra cooficial, y puesto que no hay recursos suficientes para establecer dos redes educativas paralelas, lo que además sería aberrante, y entendiendo que las administraciones públicas pueden diseñar los planes educativos como les parezca oportuno dentro de los límites de la legalidad vigente, el único sistema razonable para garantizar el cumplimiento de los legítimos deseos de los padres (y, en cierta forma, el sentido común) sería el que garantizase un bilingüismo efectivo, sin casillas para nadie, porque no se trata de que existan dos casillas, sino de que no exista ninguna.
Pero esto no es más que una opinión particular, mientras que el objeto de la campaña es una sentencia, la cual, por la misma razón por la que es un hecho objetivo no es susceptible de despertar más polémica que la que interesadamente se quiera provocar, la cual será responsabilidad en todo caso de quien la azuce, nunca de los promotores de la campaña, por lo que el argumento utilizado por la empresa Promedios es singularmente peregrino.
Hace tres años comencé a estudiar LSE (Lengua de Señas Española), en primer lugar porque me resultaba interesante, pero también porque, en mi inocencia, tenía la idea de que era un lenguaje universal, pero nada más lejos de la realidad porque hay diferentes lenguas de señas en Inglaterra, Francia, Estados Unidos, etc, pero hoy he sabido que además existen diferentes lenguas en Cataluña, País Vasco, Andalucía oriental, Valencia, Galicia y Canarias. Lo cual tiene mérito teniendo encuenta que se trata de lenguas relativamente modernas en las que no cabe invocar costumbres ni usos culturales ancestrales. No pongo en duda el derecho de cualquier ciudadano a desarrollar su comunicación como bien le venga en gana, pero tampoco puedo dejar de sorprenderme por la cantidad de tiempo y esfuerzo que somos capaces de invertir los seres humanos en algo tan poco edificante como levantar barreras, como no comprendernos los unos a los otros.


viernes, 13 de marzo de 2009

La ectoplásmica capacidad profética de Ibarretxe

En otras circunstancias, dichas por ejemplo en el lecho de muerte de un moribundo, las palabras que pronunció ayer el Lehendakari (en funciones) Ibarretxe sobre su intención de dirigir el país desde cualquier lugar, tiempo o circunstancia sonarían a amenaza espectral y quienes la oyesen se atemorizarían ante la perspectiva de tener que lidiar en adelante con una fuerza del más alla. Dichas en el contexto que fueron pronunciadas, en el que no hay más moribundo que la carrera política de su protagonista, más que de la amenaza de un espectro cabe hablar de la de un fantasma (diríase que su transformación en ectoplasma se circunscribe al cerebro) y la verdad es que atemorizan más bien poco a los oyentes aunque eso sí, el temor se ve ampliamente sustituido por la vergüenza ajena que legítimamente sentímos los ciudadanos ante el reiterado ridículo que personas que durante tanto tiempo han tenido responsabilidades de gobierno se obstinan en mostrar.
Es muy probable que dentro de 100 años sea de nuevo el PNV quien gobierne en Euskadi, porqué no, pero para hacerlo bien no le vendrá nada mal pasar estos cuatro años, y algunos otros más de vez en cuando, en la oposición. No existe mejor bálsamo de sensatez para quienes han desarrollado semejante sentimiento de propiedad sobre lo público.

jueves, 12 de marzo de 2009

Natura, Salamanca, Madrid

Dice el refrán que lo que natura no da, Salamanca no lo presta. Habría que añadir que ahora el Supremo ha impedido que la ministra Cabrera lo regale (nominalmente, claro). Aunque el problema es que el fracaso escolar no se debe a la falta de capacidad de los estudiantes, sino a los desajustes de un sistema que por confundir autoridad con autoritarismo y esfuerzo con dureza impide que se logren los fines que en buena lógica debe perseguir. La letra no entra con sangre, pero tampoco sola y hay muchas formas intermedias de lograr que lo haga sin situarse en ninguno de los extremos. Natura da, y generosamente, y Salamanca intenta potenciar el desarrollo de esos dones porque tenemos la fortuna de tener muy buenos profesores en nuestro país, sin embargo ni los unos ni los otros tienen a su disposición las herramientas necesarias para que unos reciban y otros proporcionen una educación de excelencia. Y eso es un drama. Es de agradecer que el Supremo haya puesto una gota de sentido común en este mar de despropósitos, pero el mal es sistémico y con esto no se arregla. Ciudadanos siempre tuvo buenas propuestas en este campo, y sería un buen momento para que se las recordara a la sociedad porque, como bien ha dicho Obama, aunque no sé si sus recetas son las más adecuadas, "el declive de la educación, es insostenible para nuestra economía y nuestra democracia e inaceptable para nuestros hijos".
En otro orden de cosas, hace semanas dediqué unas palabras, podría decirse que duras, a Mariano Rajoy por su postura antisistema de romper relaciones con el Ministerio de Justicia en tanto que Bermejo fuera ministro, ya que consideraba y considero imperdonable en un líder político semejante confusión entre lo institucional y lo particular. Lamentablemente hoy debo recuperar esas palabras y dedicárselas a otro destinatario, en esta ocasión Tomás Gómez, quien con su decisión de no acudir a ningún acto institucional de la Comunidad de Madrid se ha colocado exactamente a la misma altura que en aquella ocasión demostró la plana mayor del PP. Lo inaceptable para unos debe serlo para todos, y es una verdadera lástima que todavía haya quien sin rubor se dedique a hacer exactamente lo mismo que critica en los demás.
Finalmente, no puedo dejar de expresar mi profunda decepción, que no sorpresa, por la arbitraria, injustificada y antidemocrática decisión de Esperanza Aguirre de cerrar una comisión de investigación escudándose en algo tan peregrino como los errores de transcripción de un periódico. Si no quiere investigar, que no lo haga, pero que al menos busque la manera de hacerlo sin insultarnos, porque eso es lo que ha hecho. El desprecio a los ciudadanos, al sistema parlamentario y a las instituciones que han protagonizado la señora Aguirre y su desvergonzado autoritarismo es tan imperdonable como innecesario ya que con un mínimo respeto a las formas podría haber permitido que la comisión finalizara sus trabajos emitiendo las mismas conclusiones que emitirá de todos modos por obra y gracia de la mayoría absoluta del partido popular. Todos sabemos que estas comisiones no sirven más que para dar voz tanto a afectados como a acusados, no son un instrumento de investigación sino un altavoz para que la ciudadanía se pueda informar de primera mano, y eso es lo que se ha impedido, dar voz a los afectados en la sede de la soberanía popular. El torpe proceder de los responsables de este sinsentido ha dado cobertura a quienes piensen que hay algo que ocultar, pero eso, al lado de la ofensa proferida a los ciudadanos, es lo de menos.

miércoles, 11 de marzo de 2009

La gélida primavera de los fareros

Los días de sol con que comienza a anunciarse la próxima primavera hacen que las ventanas del conservatorio de música que hay junto al trabajo de mi mujer se mantengan abiertas a la hora que voy a buscarla, de modo que su llegada es celebrada con una explosión musical tremendamente apropiada. Desconocía esta capacidad del sol primaveral para materializar metáforas, no obstante, esta estación no está siendo igual de generosa con todas las imágenes románticas. Ayer cayó en mis manos una revista que contenía un artículo absurdamente empeñado en arrojar luz sobre algo tan escasamente necesitado de ella como el halo de misterio que siempre rodeó la vida de los fareros, profesión paradigmáticamente romántica probablemente para todo el mundo excepto para los que la desempeñaban. Entre multitud de datos técnicos, el articulista tuvo a bien comunicar que los fareros ya no son tales, sino técnicos mecánicos de señalización marina, y es que no hay como ponerle un pulcro nombre burocrático a algo para despojarlo de todo su encanto. No tenía yo ninguna necesidad de conocer ese dato sobre una profesión que siempre excitó mi fantasía y que imaginaba desempeñada por seres literarios que huían de un oscuro pasado del que se redimían a la vez que ayudaban a los marineros a encontrar su camino a casa, pero leer ese artículo me hizo pensar en algo que hoy he visto refrendado: la fría asepsia de lo conveniente que se está convirtiendo en el signo de nuestros tiempo, esa gélida distancia de lo políticamente correcto que de la mano de los tecnócratas que nos gobiernan se está convirtiendo en el signo de los tiempos y que si bien no dice gran cosa de nosotros como sociedad, al menos sirve para explicar actitudes que desde otra óptica serían francamente inexplicables, como la distancia con que determinados políticos mantienen con las víctimas del 11M en el día de su aniversario. No me cabe duda que sabrán construir explicaciones formalmente inexpugnables, con su pulcra apariencia de lógica y corrección política, sofismas no tanto basados en premisas incorrectas, sino que eluden voluntariamente otras tan fundamentales que sin ellas no son más que palabrería hueca. Ése debe ser el signo de los tiempos, no tanto que muchos de nuestros dirigentes ignoren las pautas de comportamiento mínimamente exigibles a un ser humano decente, sino que son capaces de dejarlas de lado a conveniencia y supeditarlas a otros intereses que, para ellos, deben ser superiores.

De homenajes y ausencias

La reacción de Bush al 11S modificando estructuras legislativas, alterando algunos de los pilares fundamentales del sistema en pro de un fin que entendió justificaba cualquier medio, encadenó de tal modo a la sociedad a ese trágico momento histórico que de algún modo condicionó su propia evolución como país. Los EE.UU. se traicionaron a sí mismos de tal modo que el 11S trascendió a su magnitud histórica para convertirse en un freno, en el peso muerto al que el país quedó anclado a partir de ese momento. Una de las cosas que Obama está haciendo muy bien es romper definitivamente esas cadenas, cerrando Guantanamo y anunciando la retirada de Irak, sí, pero sobre todo anulando las declaraciones firmadas de Bush que permitían hacer excepciones a la legalidad en determinados casos y dieron cobertura legal, bien que discutible, a los vergonzantes casos de tortura por todos conocidos. Un buen gobernante es capaz de convertir una tragedia en una catarsis ciudadana que sirva de motor de progreso y a la postre motivo de orgullo de la misma forma que uno malo es capaz de convertirla en un borrón en la historia que nadie pueda mirar sin verguenza.
Pues bien, en relación al 11M nosotros no padecimos de los mismos dolores que ellos con su particular día de septiembre, no protagonizamos a cuenta de nuestro dolor políticas que debieran avergonzarnos ante el mundo, y sin embargo, llegado el quinto aniversario de la masacre, cualquiera diría que somos nosotros quienes no somos capaces de digerir nuestra tragedia y seguimos enfangados en un enfrentamiento absurdo que no permite que ni el duelo ni la normalidad transcurran por los lógicos caminos naturales. Si discutible es la actitud de quienes aprovechan el aniversario para sembrar nuevas dudas, resulta de todo punto incomprensible la de la oposición de la Comunidad de Madrid negándose a asistir a un acto institucional, y cabría repetirlo hasta la saciedad: INSTITUCIONAL, de homenaje a las víctimas. Y si alguna vez existe un motivo para hacerlo, ahora mismo no se me ocurre cual, sin duda no será tan ajeno al sentido común como la protesta por el cierre precipitado de la comisión del espionaje, que sí, que es lamentable, pero a un acto mezquino no se debe contestar con otro igualmente miserable. Y para terminar, igualmente imperdonable es la ausencia de homenaje por parte del Gobierno Central, algo que desde ya me declaro tan incapaz de comprender como obligado a criticar.
Ver llegar el día en que los Estados Unidos sean capaces de mirar por fin hacia delante, obviamente sin descuidar el inexcusable recuerdo y homenaje a sus víctimas, era algo largamente esperado por todo el mundo, lo que personalmente no podía esperar era que la materialización de ese día llegara junto con la confirmación de que en mi país muchos no sólo no piensan seguir el mismo camino, sino que llegado el aniversario sufren una regresión tan perniciosa para todos como sociedad como descalificadora para ellos como clase política. No se trata de pedir perdón, como en la canción de Silvio, a los muertos de nuestra felicidad, pero me entristece comprobar que aun hoy muchos deberían disculparse con ellos si no por nuestra felicidad, sí por su lacerante indiferencia.

martes, 10 de marzo de 2009

La gestión en tiempos de crisis

Muchas veces tuvimos que escuchar estos años atrás a la Presidenta de la Comunidad de Madrid culpabilizar de todo lo que iba mal en su Comunidad al Gobierno Central, mientras que la aparente buena marcha de la economía era responsabilidad exclusivamente suya. Algún talento para las finanazas hay que reconocerle, ya que, según denuncia UGT, en plena crisis ha logrado obrar un milagro, congelar el sueldo de los altos cargos y a la vez lograr que estos ganen 600 euros más (informa El Plural), sin embargo no son todos los madrileños los beneficiados de ese talento ya que según el informe de la FUNCAS conocido ayer, la Comunidad de Madrid se sitúa entre las tres que peor han asimilado la crisis y que por tanto se encuentran sumidos en una mayor recesión. Me pregunto cómo hará la presidenta para culpar al Gobierno de algo cuya responsabilidad antes reclamaba en exclusiva para sí, si es que le queda tiempo para dar explicaciones sobre la situación económica con lo ocupada que está en cerrar en falso la comisión de investigación del espionaje y atacar al juez que ha instruido el caso. Creo que fue el propio Rajoy quien dijo aquello de que gestionar la economía en una época de crecimiento no tenía ningún mérito, que es en épocas de crisis donde se demuestra la capacidad de los gobernantes. Pues eso, amen. En todo caso, lo que queda claro es que la boyante economía de la Comunidad de Madrid no era sino el ejemplo paradigmático de la burbuja que las políticas neoliberales produjeron y la única diferencia entre la señora Aguirre el resto de los adalides del ultraliberalismo que en el mundo son, es que ella no sólo no reconoce ningún error sino que continúa presumiendo de mantenerse fiel a las políticas que han originado esta crisis. Sin el menor indicio de reflexión, asunción de responsabilidades ni, por supuesto, propósito de enmienda. Es lo que ocurre cuando las convicciones, sean del signo que sean, son un acto de fe, no el resultado de un proceso intelectual.

lunes, 9 de marzo de 2009

Garzón y la tozuda realidad

El mismo día en que el consejero Güemes se pregunta en público quien investiga al juez Garzón por cobrar más de un millón de euros durante su año sabático de quienes a la postre se verían beneficiados por posteriores sentencias exculpatorias del propio juez, resulta que no sólo sale a la luz pública que es el Tribunal Supremo quien lo hace (a instancias del abogado Antonio Paneo, informa Público), sino que además ha resuelto archivar el caso porque "no revisten indiciariamente los hechos la comisión de infracción penal alguna". Debe ser desesperante que la realidad se empeñe en desmontar tan tozuda como sistemáticamente los lamentos demagógicos de uno, espero que la próxima vez piense las cosas dos veces antes de decirlas, aunque no es de esperar en alguien de natural tan refractario a la realidad. Sin embargo el Supremo comunica los hechos al CGPJ por si existiera en ellos alguna falta administrativa en el hecho de no haberlo comunicado el magistrado en tiempo y forma. Bien, si lo existiera que sea sancionado, aunque visto lo visto las sanciones del consejo a los jueces no son para echarse a temblar, o si no que se lo digan al juez Tirado cuya multa, por cierto, ha resultado ser menor que la del exministro Bermejo, que no es que tenga nada que ver lo uno con lo otro, pero no deja de ser llamativo. El CGPJ, por cierto, ha decidido hoy que tampoco existe infracción alguna en la asistencia del magistrado a la famosa cacería en respuesta a la denuncia del PP.

Siembra de confusión

Una cosa está quedando clara en el periodo postelectoral de Euskadi, y es que, puestos a perder el norte, el señor Urkullu está más que dispuesto a perderlo a lo grande, incluso se podría decir que algún que otro punto cardinal más se le ha quedado por el camino que tan insistentemente marca a su partido la puerta de salida. Ahora dice que el PSE ha iniciado contactos con Batasuna para desalojar al PNV del poder, ¡como si eso fuera en absoluto necesario o tan siquiera positivo! Puestos a sembrar confusión y tratar de asociar a Patxi López con cualquier actitud con resonancias negativas, debería el señor Urkullu dejarse de menudencias, cojer al toro por los cuernos y culminar de una vez por todas su camino al absurdo y acusar al candidato de hacer sesiones de espiritismo para consultar las decisiones de los asuntos de gobierno del País Vasco con el espíritu de Franco, de apoyar la guerra de Irak porque no sería la primera vez que llena el depósito de gasolina de su coche (por cierto, sin duda planea comprar el Audi de Touriño) con carburante derivado de barriles de petróleo de aquel país, de espiar a miembros de su partido o, qué se yo, de comprar trajes en Milano con dinero procedente del pago de favores a oscuros y engominados conseguidores. El ridículo no sería mucho mayor y diversificando el mensaje tal vez consiguiera convencer a una o dos personas más.

jueves, 5 de marzo de 2009

El síndrome de la balsa de piedra

Sospecho hay algo mucho más grave en las declaraciones de Urkullu que el propio hecho de su existencia, y es la de muchos nacionalistas honestamente convencidos de ello más allá de que la dependencia del poder de una élite les haya llevado hasta el punto de percibirlo como suyo. Sospecho que es cierto que hay gente que piensa que con un Lehendakari "españolista" apellidado López, para más inri, cosas como el brillante triunfo de ayer del Athletic habrían sido imposibles, que la tierra dejaría de ser verde y los frontones de pelota vasca serían sustituidos por campos de petanca, personas que están convencidas de que a consecuencia del "golpe", como ocurría en la novela de Saramago con el que sobre la tierra dio un anciano con su bastón, Euskadi comenzaría a separarse físicamente de la península para convertirse en una balsa de piedra que, a diferencia de lo que ocurría en aquélla, se hundiría irremisiblemente en el mar. Pero con todo y con eso, muchos de los nacionalistas que tratan de instalar este paranoico estado de opinión en la población no verían con tan malos ojos este naufragio que ejemplificaría buena parte de una concepción política en la que los ideales identitarios se sitúan muy por encima de los intereses de los ciudadanos: muertos, dirían, sí, pero muertos independientes al fin; pero esto sería posible siempre y cuando el capitán de la balsa fuese de los suyos, a tan sublime destino, más Atlántida que Ítaca pero estación de término al fin y al cabo, no podrían de ningún modo ser guiados por un López o un García, no fuera a ser que el sublime momento final en el que los músicos tocaran, en lugar del consabido vals, un aurresku para despedir ese efímero y feliz periodo en que al fin se convirtieron en la tierra prometida, tuvieran la desfachatez de tocar un fandango o peor, un chotis.

Bernat el confundido

Es notable el desconocimiento de determinados políticos de todo aquello que no sea estríctamente de su competencia. El señor Ministro de Sanidad no comprende que en las Facultades de Medicina se exija una nota tan alta cuando cada año se contratan casi tantos médicos fuera de nuestras fronteras como los que se licencian dentro, pero dice más, piensa que la sociedad española, al igual que le ocurre a él, es incapaz de comprenderlo. Pues mire usted, señor ministro, la sociedad española no sé muy bien qué es lo que entiende y qué es lo que no, pero estoy razonablemente seguro de algunas de las cosas que sabe más allá de su capacidad de entendimiento, por ejemplo que ninguna Facultad exige ninguna nota para acceder a sus estudios, sino que muy al contrario esas notas son las del último de los que acceden a la carrera y que todas las Facultades ofertan todas y cada una de las plazas que tanto la legalidad como su propia capacidad para ofrecer una formación de excelencia les permiten. Existe, que duda cabe, un problema estructural en la formación de médicos en nuestro país, es cierto sin duda que se licencian muchos menos médicos de los que necesitamos, pero es intolerable que todo un ministro juegue al despiste tratando de responsabilizar de ello a las Facultades de Medicina. Primero que logre que los hospitales oferten más plazas de residente, luego que la Conferencia General de Política Universitaria permita que se aumente la oferta, después que se proporcione a las facultades los medios necesarios para hacer frente al aumento de estudiantes, y entonces, sólo entonces, si éstas no asumen su parte correspondiente de responsabilidad con la sociedad, que las critíque. Mientras tanto mejor hará el minsitro hablando de lo que sabe o al menos informándose antes de hablar de lo que no sabe.

miércoles, 4 de marzo de 2009

El misterioso concepto de las instituciones particulares

No por sabida es menos sorprendente la confusión existente entre los dirigentes del PNV, desconozco si sólo entre éstos o se puede ampliar la obcecación a un porcentaje significativo de la militancia, entre lo institucional y lo particular, entre gobierno y partido. Pretender equiparar un pacto postelectoral a un "golpe institucional", como ha hecho el señor Urkullu, es una de las muestras más abominables de demagogia de entre las muchas que hemos sufrido en nuestro país en los últimos tiempos, pero insistir en ello, repetirlo hasta que parezca cierto, amenazar con "inestabilidad constitucional" y otros demonios tipo "o yo o el caos", y además hacer lo posible por arrastrar a la cerrazón a parte de la población, sería el acto de irresponsabilidad política más grave de las que cabría apuntar en el de por sí amplio catálogo de ellas que el historial de este partido ha ido confeccionando. Tampoco se oyó su voz alta y clara defendiendo en la anterior legislatura que el PP debería haber gobernado en Galicia en detrimento de PSG y BNG, claro que el bloque es un partido nacionalista y por tanto "hermano". ¡No íbamos a ser todos iguales!
Desarmar ideas tan peregrinas como la de la inestabilidad institucional o la del golpe de estado institucional es tan sencillo como una regla de tres: si institucional es lo pertenciente o relativo a las instituciones y los partidos políticos no son instituciones, no es necesario ser un maestro del silogismo para concluir que aquello que afecta a un partido no tiene porqué afectar a la institución cuyo gobierno temporalmente ejercen (prueba de agudeza gramatical: ¿acaso, en breve, detentan?)
La respuesta de Patxi López de ayer no pudo ser más pertinente, pero no por acertada estuvo más cerca de zanjar esta irritante cuestión y mucho me temo que nos queda "golpe institucional" para rato, porque no parece que se pueda esperar gran cosa del sentido de estado de los dirigentes peneuvistas, tan adeptos ya a la política del órdago que no parece que sepan hacer otra cosa. Y eso que los órdagos perdidos vienen siendo tantos como los echados. Las cosas al final son muy sencillas, si se reconoce que la inestabilidad institucional es negativa para la sociedad, es recomendable, obligado casi, tratar en lo posible de no originarla en lugar de utilizar a las instituciones para el beneficio propio. Por ahora hay una cosa clara, sólo el PNV ha jugado a crear inestabilidad, si no desea que ésta exista lo mejor sería dejar de provocarla pervirtiendo el buen nombre de aquellas instituciones que temporalmente gestionan. No parece desorbitado exigir a nadie que asuma lo natural con naturalidad, y esto no podría serlo más.

martes, 3 de marzo de 2009

Coches

Los primeros síntomas del cambio en Galicia parecen indicar que de cambio, nada. Núñez Feijóo vende una imagen de seriedad que se ha visto tristemente desmentida con sus primeras declaraciones, cuyo tinte populista es de tal calibre que merecen descalificación inmediata. Antes de tomar posesión, el nuevo presidente deja claro que piensa vender el coche oficial de la discordia para comprar un Citroën, es decir, para hacer visible su rechazo a lo que considera un gasto dispendioso a cargo de las arcas públicas, se dispone a sumar aún más gasto al ya excesivo del parque móvil presidencial, porque si pretende vender un coche usado y comprar otro nuevo (con las características de seguridad exigibles) ganando dinero, o desconoce el valor de las cosas o es igual de irrespetuoso con los intereses de los ciudadanos como lo era, según él, su antecesor. Que no se me entienda mal, no dudo que el gasto del Audi es excesivo y que su uso es ostentoso e inapropiado, pero es un gasto que ya está hecho y a no ser que el próximo presidente considere que el valor simbólico del gesto de cambiar de coche (comprando, además, uno fabricado en Vigo) bien compensa el gasto de dinero público que conlleva, o en otras palabras, que el simbolismo de una política de gestos pesa más en la balanza de su código de buen gobierno que los intereses de los ciudadanos, lo cual es exactamente lo que se le echa en cara, con razón, a la concepción política de los partidos nacionalistas. Es pronto para sacar conclusiones y espero que no sea este el camino que piensa seguir en la legislatura el nuevo gobierno de la Xunta, porque de ser así, sinceramente, para ese viaje no habrían hecho falta estas alforjas.

lunes, 2 de marzo de 2009

Cambios

Sospecho que, pese a la euforia que parece invadir los medios por el resultado en el País Vasco, tiene el señor Zapatero muchos menos motivos para la alegría que el señor Rajoy. Y esto es así porque perder desde el Gobierno, como le ha ocurrido al PSG, es una señal ciertamente preocupante ya que cuando uno es un partido de oposición puede ser juzgado por cosas no estríctamente de gestión, como los sentimientos identitarios, por ejemplo, pero cuando uno gobierna le juzgan muy singularmente por la capacidad para gestionar los problemas de los ciudadanos. Y ese, por encima de cualquier otra consideración, debe ser el motivo de reflexión para el PSG, el desperdicio que del torrente de ilusión que todo cambio genera han llevado a cabo con una gestión que, a juicio de sus administrados, no ha sido eficiente. O no lo ha sido o no han sabido mostrarlo, lo que en términos políticos viene a ser lo mismo.
El caso del País Vasco es diferente, el principal partido del Gobierno ha subido, por lo que no se puede hablar de castigo hacia ellos, sin embargo pueden perder el gobierno tanto por la subida del PSE como por la bajada de los que hasta ahora fueron sus socios. Tengo la suerte de haber defendido siempre las coaliciones postelectorales, el absurdo de ese mantra según el cual en un sistema que no tiene segunda vuelta deba gobernar el partido más votado, porque así me ahorro la vergüenza que deberán sentir los adalides de esa teoría cuando hagan ahora lo contrario de lo que han defendido en otras ocasiones y lugares. Tengo el firme convencimiento de que Patxi López está democráticamente legítimado para tratar de formar gobierno, como lo habrían estado PSG y BNG si los resultados electorales se lo hubieran permitido. Y debe ser así porque es legítimo que se haga, no apoyándose en supuestas excepciones incompatibles con un sistema democrático: si el cambio se hace desde la normalidad, bienvenido sea, si para hacerlo se van a apoyar en abstrusas excepcionalidades como el carácter nacionalista del PNV, mejor dejar las cosas como están. Las cosas de deben hacer porque se consideren justas en sí mismas, no por contra quien se hacen.
En fin, expresar mi más sincera enhorabuena a todos aquellos que se sientan satisfechos por sus resultados o por su participación en los comicios y desear suerte a todos, porque nada de lo que viene ahora es fácil y la van a necesitar.